La Masonería no es una asociación partidaria ni se puede confundir su actividad con la de ningún partido político, pero el masón no debe estar al margen de los grandes problemas políticos de los pueblos y del mundo entero. En el seno de la Masonería conviven hombres de diversos partidos democráticos y de diversas concepciones sociológicas, mientras sean respetuosos y tolerantes.
Generalmente, por ignorancia o mala fe, se asocia a la Masonería en acciones políticas determinadas. En realidad, es la tarea del hombre masón imbuído de nuestros principios e ideales, quien actuó protagónicamente para promover los grandes movimientos transformadores de la humanidad.
Tanto la Revolución Francesa, como la lucha por la emancipación de los pueblos coloniales de nuestra América, hasta la estructura jurídico política de República que adoptaron todas sus Constituciones, llevan el innegable sello de las ideas y acciones masónicas.
El masón conserva fuera de la Logia toda su libertad de ciudadano y puede dedicar el ardor de su entusiasmo al servicio de sus ideales. Los masones, como tales, no irrumpimos a la vida pública como institución, sino cuando se hace necesaria nuestra acción conjunta para atemperar los espíritus y fijar la senda del progreso dentro de la fraternidad y convivencia humanas.
Fue la Masonería Argentina la que consiguió el apaciguamiento definitivo de las luchas internas después de Caseros y hasta la organización nacional y la federalización de Buenos Aires.
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