Nuestros reglamentos prohíben al masón difundir los nombres de sus Hermanos (así nos llamamos entre nosotros) y él solo puede hacer pública su condición cuando circunstancias de trascendencia para el bien común así se lo impongan.

Los secretos que existen son los medios de que se valen los masones para reconocerse entre sí en cualquier parte del mundo y también la clave para interpretar sus símbolos y las enseñanzas de orden moral que ellos encierran.

Mas debe quedar en claro que la Masonería no es una sociedad secreta en cuanto a institución legalmente constituida, las autoridades argentinas le tienen concedida le personería desde l879 y sus fines son igualmente conocidos por cuanto están enumerados en los Estatutos aprobados por el Gobierno de la Nación y ampliamente difundidos en diccionarios, enciclopedias y publicaciones históricas.

Pero en épocas de cruenta persecución que en algunos países se ha lanzado contra la Masonería, es lógico que se hayan constituido grupos de masones discretamente reservados, lo mismo que hicieron los cristianos perseguidos por el Imperio Romano. Sin embargo, como es fácil deducir, no es ésta la verdadera motivación del llamado secreto masónico. Este se refiere al estudio de los ritos simbólicos de la Orden, de los cuales surge la utilidad de los trabajos realizados en las Logias.